Incidente en Ox-Bow (The Ox-Bow incident) (1943)

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Dirección: William A. Wellman

Guión: Lamar Trotti (Novela: Walter van Tilburg Clark)

Reparto: Henry Fonda, Dana Andrews, Anthony Quinn, Jane Darwell

Fotografía: Arthur Miller

Duración: 72 Min.

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Uno de los ejemplos más significativos de lo que podríamos denominar Western reivindicativo; detrás de él, encontramos al comprometido Henry Fonda (Doce Hombres sin Piedad), cuyo apoyo fue determinante para sacar el proyecto adelante. William Wellman realiza un trabajo atípico dentro del género. Su evidente intención crítica no solo no entorpece el ritmo narrativo, como ocurre en otras películas de fuerte componente ideológico, sino que se integra perfectamente en el argumento;  es más, logra captar inevitablemente el interés del espectador y genera una tensión creciente a medida que avanza el metraje. Wellman plantea grandes dilemas morales e invita a la reflexión acerca de la naturaleza y los mecanismos de la justicia, ese delicado y desconocido instrumento que separa el salvajismo de la civilización.

Carlos Fernández Castro

«Supongo que habrá mas buenos hombres aquí, solo que no se dan cuenta de lo que están haciendo. Son ellos quienes me dan lastima porque para mi todo se habrá acabado en un momento; ellos tendrán que recordarlo el resto de sus vidas.  Un hombre no puede tomarse la ley por su mano y colgar a gente sin hacer daño a todo el mundo, porque entonces no estará infringiendo una ley, sino todas las leyes. La ley es mucho mas que las palabras que se ponen en un libro, o los jueces, abogados o shérifs que contratas para hacerla cumplir; es todo lo que la gente ha descubierto sobre la justicia, y lo que esta bien o mal; es la misma conciencia de la humanidad. No puede haber civilización si la gente no tiene conciencia, porque si la gente encuentra a Dios en algún sitio, ¿Donde es sino en su conciencia? Y ¿Que es la conciencia de un hombre sino un pequeño trozo de la conciencia de todo los hombres que han existido? Supongo que es todo lo que puedo decir excepto que beses a los niños por mí y que Dios te bendiga. Tu marido, Donald.»