Inseparables (Dead Ringers) (1988)
Nota: 9
Dirección: David Cronenberg
Guión: David Cronenberg y Norman Snider
Reparto: Jeremy Irons, Geneviève Bujold
Fotografía: Peter Suschitzky
Duración: 116 Min
En las películas de David Cronenberg suele haber una doble relación con el público. Esto es, existe una atracción y un distanciamiento que funcionan simultaneamente y que pueden generar confusión, al menos en el espectador primerizo de cualquiera de sus películas. La atracción funciona por la extrañeza de las situaciones psicológicas, sexuales o fisiológicas que se ven en sus películas. Alguien que va a ver una película de Cronenberg sabe que no va encontrarse situaciones “normales” según los cánones en los que se mueven la mayoría de las películas, y eso siempre ha incitado la curiosidad del espectador inquieto. La clave del distanciamiento está en el tratamiento cerebral y frío de estos temas. Así, quien espere encontrar en las películas de Cronenberg una versión sofisticada del cine “exploitation” saldrá decepcionado. Naturalmente, lo que encontramos es mucho mejor: la adaptación de un uso explícito del sexo y la violencia a la representación de una psicología difícil de desentrañar. Se ha llegado a identificar tanto el cine de Cronenberg con esta síntesis de atracción y distanciamiento (de lo visceral y lo cerebral) que muchos rechazan como indignas del director canadiense, de forma injusta en mi opinión, las películas que están en un extremo de esta dualidad. En sus últimas películas parece haber perdido la imaginación macabra que daba una seña de identidad a sus films, mientras que las primeras parecen gores divertidos sin más relevancia. Creo que estos juicios son incorrectos y que, tanto Un Método Peligroso, como Vinieron de Dentro de… (por poner dos ejemplos) son buenas películas. No obstante, sus obras mayores son las que aúnan esta doble fuerza de atracción – distanciamiento en su relación con el espectador. Dos de los mejores ejemplos son Videodrome e Inseparables, de la que trata este artículo.
Su historia es la de los gemelos idénticos Elliot y Beverly Mantle (Jeremy Irons y Jeremy Irons), interdependientes en personalidad, e incompletos individualmente. Aunque pueden cambiar papeles, normalmente Beverly se dedica al trabajo de investigación y estrictamente médico, y Elliot, con más labia y confianza, tiene las reuniones en las que consigue financiación para la clínica. Su acercamiento sexual hacia las mujeres pasa por lo “quirúrgico”. Son ginecólogos y sólo tienen relaciones con sus pacientes, quienes, incapaces de distinguirlos, se acuestan con ambos sin saberlo. La idea es que, incluso durante las relaciones sexuales, se mantiene el distanciamiento médico – paciente, y la experiencia no se completa hasta que uno de los hermanos la comparte verbalmente con el otro. En esta situación entra Claire Niveau (Geneviève Bujold), una actriz famosa que visita la clínica porque no puede tener hijos.
Claire tiene una mutación extraña: su cuello del útero está “trifurcado”. Ésta es la razón por la que no puede, ni podrá nunca tener hijos. La mutación atrae inmediatamente a los gemelos, que, no obstante, comienzan su relación con ella en la forma que acostumbran. Beverly se siente implicado con Claire cuando ella muestra su vulnerabilidad y, por primera vez, no comparte la experiencia con su hermano. A partir de aquí comienza una desviación emocional de Beverly con respecto a su vida anterior que pone en cuestión su relación con Elliot, lo que lleva a una competencia entre éste y Claire por la conexión emocional con Beverly. En principio no tenemos más que la narración de un triángulo amoroso normal, con la salvedad de que dos de las partes implicadas son hermanos gemelos con una aproximación al sexo bizarra. Pero la complejidad de la historia no termina aquí, y Cronenberg va añadiendo nuevos elementos que la enriquecen. En ocasiones, el significado de algunos no está del todo claro.
Para empezar, la función de la mutación de Claire en la película parece ir más allá de la mera justificación para su infertilidad. El motivo de las mujeres mutantes se prolonga en los instrumentos de diseño enfermizo que ordena construir Beverly, y que constituyen la imagen más inquietante de toda la película. No sabemos si el asombro al descubrir la extraña deformación interna de Claire es fundamental o no para la atracción especial que siente Beverly hacia ella. También podría ser un punto de partida para su posterior desequilibrio y su percepción de mutaciones en todas las mujeres a las que trata. Es como si tratase de encontrar a Claire en el interior de sus pacientes, o como si ella hubiese despertado en Bev una percepción oculta del sexo femenino.
No terminan ahí los misterios relacionados con Claire. Paralelamente a su mutación corporal, su psicología también nos plantea dudas, y seguramente ambos aspectos están relacionados, aunque no podemos saber en qué medida. El énfasis en su profesión de actriz nos invita a preguntarnos hasta qué punto está fingiendo / interpretando y cual es su verdadera personalidad, del mismo modo que un desconocido puede ignorar con cual de los dos gemelos Mantle está hablando. Tanto Beverly, que ve en Claire a una persona asustada que toma drogas estimulantes como reacción a su infertilidad, como Elliot, que considera genuina la frivolidad sexual de Claire, tienen quizá su parte de razón. Como tantas otras cosas en la película, la personalidad de Claire es, en última instancia, insondable.
Con todo, Beverly lleva su relación con Claire a sus últimas consecuencias. La importancia de esta relación sólo se puede hacer en comparación con la que tienen Beverly y Elliot. Incluso con una interpretación tan perfecta como la de Jeremy Irons, capaz de hacernos distinguir con su postura y su mirada a qué hermano está interpretando, en ocasiones se trata deliberadamente de confundir la personalidad de ambos en algunas escenas, de manera que no está claro hasta qué punto se mezclan sus identidades, de forma inconsciente incluso para ellos mismos. En un momento dado, Claire le dice a Beverly que ni ellos tienen claro cómo funciona su relación.
La idea que vertebra la relación que Beverly tiene con Claire une lo físico y lo psicológico. Se trata de la droga. Se sugiere que, al consumir las mismas sustancias, es como si compartieran la misma sangre, como si estuvieran en sintonía. Esto lo dice Elliot más adelante de forma explícita, cuando empieza a ser arrastrado por la adicción de Beverly.
Inseparables se muestra como un laberinto psicológico. Despliega una serie de relaciones entre cuerpos y mentes cuyo fondo reconoce como indescifrable. Es muy difícil decir cualquier cosa sobre el contenido de la película que no sea superficial, debido a la ambigüedad y a la profundidad en la que cuenta su historia. Se trata de una película que mina la seguridad del espectador al introducir constantemente elementos que evitan formar una visión cerrada y clara de los personajes y los eventos que intervienen en la misma. No obstante, este film es único en cuanto a la relación que existe entre lo que se muestra, lo que se sugiere y lo que se oculta.
Hugo Poderoso Silgado