Headhunters (2011)
Nota: 7
Dirección: Morten Tyldum
Guión: Lars Gudmestad, Ulf Ryberg (Novela: Jo Nesbø)
Reparto: Aksel Hennie, Synnove Macody Lund, Nicolaj Coster-Waldau
Fotografía: John Andreas Andersen
Duración: 98 Min.
Lo primero que hay que precisar es que “Headhunters” es ante todo un thriller, y como tal, es simple y llanamente un divertimento. Quiero aclarar este punto antes de entrar en materia para que ningún futuro espectador se lleve a engaños y acuda a las salas de cine pensando que la película le va a cambiar la vida. Una vez dicho, procederé a abordar el análisis de esta película.
Francamente no sé si considerar la película de Morten Tyldum, per se, un soplo de aire fresco dentro de la monotonía a que nos tiene acostumbrada la industria cinematográfica en los últimos tiempos, pues cumple rigurosamente cada uno de los pasos preestablecidos para la construcción de un thriller clásico; pero a diferencia de la habitual morralla a la que estamos acostumbrados, ésta se desmarca gratamente, comprometiéndose sin atajos facilotes ni deux es máchinas con cada uno de los eslabones que conforman el engranaje de la historia, y esto, a mí, personalmente, me refresca bastante.
Basada en la homónima novela de Jo Nesbø, “Headhunters” pertenece a una nueva ola del cine de los países nórdicos que se extiende más allá del celuloide (como es el caso de la trilogía “Milenium” de Stieg Larson, de “Déjame Entrar” de Tomas Alfredson o de la que espero que tenga una pronta adaptación al cine, “El Viejo Que Saltó Por La Ventana y Se Largó”, de Jonas Jonasson) y que, como en todos los ismos, tiene sus propias características comunes. Así como hace una década asistimos a un renacer de la cultura sudamericana de la mano de Campanella o Trapero, por citar algunos, y poco después giramos nuestras curiosas veletas hacia las antípodas para descubrir el boom del cine coreano, esta vez le toca eclosionar a una cultura que, desmontando a Wenders, está tan cerca y tan lejos de la nuestra. Y es que la película de Tyldum, como he dicho anteriormente, es cine de suspense, al que estamos más que acostumbrados gracias a Hollywood, contado a través de unos personajes de eso que llaman el primer mundo (en el que parece que por el momento podemos seguir incluyéndonos); se trata de una historia de celos, avaricia y grandes esperanzas, defectos íntimos del ser humano más que asumidos desde Shakespeare, Moliere y Dickens; pero aquí acaba todo posible parangón, porque la historia está armónicamente compuesta por un continium de extraños y gélidos contrastes.
Por un lado tenemos a un patético, esmirriado, bajito y poco agraciado protagonista (el Steve Buscemi del cine nórdico), que trata de estar a la altura en un mundo al que sabe que no llega ni de puntillas; y para lograrlo se introduce en otro que le viene aún más grande. La trama, como en todos los thrillers, se empieza a torcer sin saber cómo ni porqué, y entonces comienza una descarnada y estrambótica odisea donde, nuevamente, todo parece superarle con creces, con la diferencia de que, esta vez, su vida está en juego, no sabe de quién fiarse y a cada paso que da todo se vuelve aún más confuso y peripatético.
Si alguna vez se han preguntado a qué sabe un cóctel con dos cucharadas de cítricos Kaurismaki, hielo molido Fargo de los Coen, y alcohol Fugitivo y Frenético al gusto del consumidor, todo ello removido pero no agitado y con una presentación de esas que hacen que le dé a uno cosa estropearlo bebiéndoselo, entonces tienen que ir a ver “Headhunters”; y si no se lo han preguntado, les recomiendo que también vayan, pues a un servidor le mantuvo atento y despierto de principio a fin (desde las intempestivas diez de la mañana hasta la hora del almuerzo), y afanado en atar los cabos sueltos para vislumbrar el puzzle final; tampoco puedo negar que en ocasiones me hiciera sonreír con una sutil elegancia y otras reír con un macabro pero regocijante sentido del humor, lo cual le deja a uno con un buen sabor de boca y ganas de una nueva entrega de este subgénero actualmente de moda.
Para terminar propongo un dónde está Wally algo macabro, ¿en qué momento de la película el niño-hombre protagonista recupera su viril masculinidad?
Álvaro González Abad