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Tenemos que Hablar de Kevin (We Need to Talk About Kevin) (2011)

Nota: 8

Dirección: Lynne Ramsay

Guión: Lynne Ramsay (Novela: Lionel Shriver)

Reparto: Tilda Swinton, John C. Reilly, Ezra iller, Jasper Newell

Fotografía: Seamus McGarvey

«Tenemos que Hablar de Kevin» capta tu atención desde que escuchas su título por primera vez; si además has tenido ocasión de ver su premonitorio trailer, sabes que Lynne Ramsay va en serio, que lo que estás a punto de presenciar no va a ser algo liviano o que puedas pasar por alto. Cuando acabas de verla, todas tus sospechas se confirman y las expectativas generadas se ven sobradamente superadas.

«Tenemos que hablar de Kevin» no es una película de terror, pero sí una de las películas más terroríficas que se hayan filmado en los últimos tiempos. Ramsay logra inquietar desde la secuencia inicial: una multitud celebra unas fiestas populares; no cabe un alfiler entre cuerpo y cuerpo; un premonitorio color rojo empapa las ropas y rostros de todos los asistentes, que luchan por hacerse un hueco entre la muchedumbre…Parece como si la directora anticipara las sensaciones que su protagonista va a experimentar según avance el metraje del film: atrapada en su destino e incapaz de borrar el rojo que tiñe su vida (tanto material como espiritualmente).

A pesar de ciertos abusos estéticos, Lynne Ramsay exhibe un talento especial a la hora de transmitir las sensaciones que experimentan sus personajes; sus intuitivas imágenes martillean al espectador, apoyándose en un efectivo uso del montaje, y en las portentosas interpretaciones de Tilda Swinton (una auténtica superdotada) y los chavales que dan vida a Kevin en su etapa infantil (Jasper Newell) y adolescente (Ezra Miller) -claro ejemplo de un gran trabajo de casting-.

Como hemos comentado anteriormente, uno de los principales secretos de «Tenemos que hablar de Kevin» radica en la magnífica dosificación de la información, que su autora hace a través del montaje. Distinguimos cinco líneas argumentales -que suceden en diferentes etapas de la vida de los protagonistas-, cuyo desarrollo de los acontecimientos no es necesariamente cronológico. Según avanza el metraje y recabamos más información sobre los personajes, se afianza la sensación de que algo muy grave ha ocurrido; un acomtecimiento a partir del cual hay un antes y un después que separa el presente de las restantes líneas argumentales. Kevin nunca ha llegado a conectar con su madre, nunca se ha sentido amado; Eva lo percibe desde el primer momento, y eso les aleja todavía más. La incomunicación está servida, y una extraña relación de amor-odio crece entre los dos; Eva no logra averiguar en qué ha fallado, y Kevin está lleno de rencor.

El único pero que achacaría al film reside en la confusión reinante respecto al origen del comportamiento perturbado de Kevin; por un lado, parece tratarse de algo propio de su naturaleza; pero al ver algunas secuencias del film, podríamos pensar que, desde un principio, se trata de un problema de comunicación entre madre e hijo, unido a una cierta despreocupación por parte de la primera.

Ramsay pretende que la ansiedad se vaya apoderando del espectador, al igual que lo hace con el personaje interpretado por Tilda Swinton. Desconocemos el misterioso suceso en torno al cual gira toda la película; pero cuanto más sabemos a cerca de la relación que Kevin y su madre han forjado a lo largo de los años, mas certeza tenemos de la oscura y trágica naturaleza del mismo.

La directora de Glasgow concibe unos planos de una potencia descomunal y demuestra un manejo notable del tempo narrativo; a medida que avanza el metraje, la intensidad del film aumenta hasta llegar a un climax final perturbador que tranquiliza por revelador, y atormenta por su significado. Si por algún casual habíais pensado en estrenar maternidad/paternidad, evitad esta película a toda costa; si ya es demasiado tarde, que sirva de aviso.

Carlos Fernández Castro

http://youtu.be/qsvASdG9Cz0

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