El Hombre Cerilla (L’Uomo Fiammifero) (2009)
Nota: 7
Dirección: Marco Chiarini
Guión: Giovanni de Feo, Marco Chiarini, Pietro Albino di Pasquale
Reparto: Francesco Pannofino, Marco Leonzi, Greta Castagna, Giuseppe Mattu
Fotografía: Pierluigi Piredda
Hacía tiempo que no veíamos una película infantil que tratara a su publico como si no fuera estúpido; porque al fin y al cabo, los niños no son mas que una versión inexperta de nosotros mismos, con unas capacidades muy superiores a las que les suponemos. Marco Chiarini lo tiene claro y eso lo percibimos en el tratamiento valiente, imaginativo y nada sensiblero que hace el director italiano de la aventura del incansable Simone, siempre estudiando el modo de ver al hombre cerilla.
Chiarini nos cuenta su historia a través del niño que lleva dentro, mostrando un punto de vista que el espectador solo podrá entender si realiza el esfuerzo de colocarse a su nivel. De este modo, la narración es fragmentada y totalmente subjetiva; podemos encontrar en ella personajes imaginarios, que son totalmente reales en el mundo de Simone, y personajes de carne y hueso, a los que el protagonista adjudica diversos roles -entre ellos Ocram, su enemigo numero uno- para dar forma a su aventura.
Pero la obra de Chiarini no solo transcurre en el mundo imaginario de Simone, ya que la relación de éste con su padre es la verdadera protagonista de esta historia; después de la reciente muerte de su madre, Simone busca cobijo y comprensión en su padre, con quien mantiene una relación dificil, pero basada en el amor paterno-filial. Es aquí donde reside la importancia del hombre cerilla, un puente entre los dos, a través del cual Simone busca recuperar la conexión con su padre, una vez asumida la ausencia definitiva de su madre.
El componente mágico de «El Hombre Cerilla» funciona gracias a la desbordante imaginación de Chiarini, que diseña unos efectos especiales entrañables y sencillos, que su departamento ejecuta con gran solvencia; la exposición de los planes de Simone para atraer al Hombre Cerilla son una buena muestra de ello. Resulta admirable el ímpetu con el que el director italiano ha sacado adelante un proyecto que nadie quería producir; y reconfortante que, al igual que Simone, haya mantenido su fé hasta sconseguirlo.
«El Hombre Cerilla» no es una película exclusivamente dirigida a los mas pequeños; es una película que navega entre la melancolía y la ilusión, pero que empuja al espectador adulto a recuperar la actitud que adopta un niño frente a sus anhelos, y al espectador infantil a mantenerla. A pesar de adolecer de los defectos típicos de obras extremadamente personales, «El Hombre Cerilla» atesora suficientes virtudes como para que cualquier espectador con ganas de soñar obtenga una recompensa irrenunciable.
Carlos Fernández Castro