La Bendición de la Tierra (1921). Silencio en la sala; vuelve el Cine Mudo
Todos somos sospechosos, sino culpables, del desafortunado abuso del lugar común: me gustó más el libro que la película. Yo, el primero. Pero no sé si alguno de los presentes ha reflexionado sobre lo injusto de tal afirmación, sobre todo en según que casos. En primer lugar, la imaginación de un escritor es menos costosa –en términos económicos- que la de un cineasta. Por otro lado, las extensiones de uno y otro relato suelen estar descompensadas, lo que dificulta su comparación. Y por último, debemos de tener en mente el tiempo de maduración que cada arte ha tenido para desarrollar y ajustar su propia gramática, para pulir su lenguaje. Mientras que la literatura lleva incrustada en nuestro acervo cultural desde tiempos inmemoriales; el cine solo forma parte de nuestra metodología para difundir historias, generar emociones y conservar enseñanzas, desde finales del siglo XIX. Por ello, es de vital importancia valorar el legado de aquellos pioneros que elevaron este ingenioso invento a la categoría de arte (desde los primeros protocineastas: George Melies, la escuela de Brighton y Edwin S. Porter; pasando por el primer gran cineasta: David W. Griffith; sin olvidarnos de los irreductibles del mudo: Murnau, Dreyer o Chaplin).
Pues bien, amantes del Séptimo Arte, estamos todos de enhorabuena. Tras años de intenso trabajo, se ha conseguido restaurar una de las obras capitales en la génesis del cine. Europea para más inri, y noruega para la sorpresa de muchos. Basada en la novela homónima del controvertido Premio Nobel Knut Hansum (de ahí mi discurso inicial Literatura vs Cine), “La Bendición de la Tierra” constituye un referente fundamental entre los títulos silentes de los años 20. Pero lo noticiable no es solo que esta obra -durante muchos años perdida para el público-, se haya podido reintegrar en la historia de la cinematografía mundial; lo interesante es que gracias a Sherlock Films y a los Cines Verdi, podremos verla en la gran pantalla a modo de cinéfilo regalo navideño.
Con interpretaciones bastante distantes del histrionismo que usualmente exigía el silente, “La bendición de la tierra” nos narra la conversión de un inhóspito páramo noruego en una próspera comunidad humana. No olvidándose su autor de la enorme capacidad de crueldad, envidia o necedad vía superstición que puede acumular y lucir el hombre en el camino.
La cinta destaca dentro del cine mudo de la época por su intenso ritmo narrativo -mérito para el que no requiere de gags cómicos que dinamicen su discurso-; y por la clásica y efectista fotografía nórdica, especialmente brillante en las escenas nocturnas.
De igual modo reseñables son el magnífico uso de la superposición de imágenes (recurso usado en ciertas escenas con objeto de mostrar miedos futuros, recuerdos dolorosos o divagaciones de moribundo); y el tímido pero útil empleo del flashback -argucia narrativa empleada por primera vez en el cine allá por 1908 (The yiddisher boy, Sigmund Lubin)-.
Dicho esto, añadir que el montaje es fabuloso, y que la música orquestal registrada es estupenda. Dentro de las escasas pegas que podemos poner a esta milagrosa recuperación, no puedo dejar de citar las vergonzosas erratas que atesora la rotulación de sus intertítulos.
Por último, no quisiera terminar este artículo sin agradecer la valentía y compromiso para con el cine que nuevamente nos muestran los Cines Verdi. Proyectar en plena era 3D una pieza de cine silente, no deja dudas de la pasión que esta gente siente por el Séptimo Arte -por muy en boga que últimamente esté este formato, véase la premiadísima “The Artist”-.
Alberto G. Sánchez – pelucabrasi
Director: Gunnar Sommerfeldt
Reparto: Amund Rydland, Karen Poulsen, Ragna Wettergreen
Guión: Gunnar Sommerfeldt (basado en la novela de Knut Hamsun)
Fotografía: George Schnéevoigt
Dios bendiga a los Verdi. la nueva banda sonora es increible.
Suscribo ambas mociones!