Melancolía (Melancholia) (2011)

Nota: 8,5

Dirección: Lars von Trier

Guión: Lars von Trier

Reparto: Kirsten Dunst, Charlotte Gainsbourg, Kiefer Sutherland, Charlotte Rampling, John Hurt, Alexander Skarsgard

Fotografía: Manuel Alberto Claro

Música: Mikkel Maltha

«Melancolía» no es cine para todos los gustos; aquellos que esperen un film al estilo clásico, pueden ahorrarse el disgusto. «Melancolía» es el sentimiento que se apodera de Justine (Kirsten Dunst) y Claire (Charlotte Gainsbourg), sus protagonistas, en las dos partes que componen este poderoso film; es el planeta que se aproxima lentamente a la tierra, haciendo temblar a toda la humanidad; pero también es una manifestación más de que Lars von Trier, ahora mas que nunca, está encantado de haberse conocido y cree estar más allá del Bien y del Mal.

Argumento: Justine (Kirsten Dunst) y Michael (Alexander Skarsgård) celebran su boda con una suntuosa fiesta en casa de su hermana (Charlotte Gainsbourg) y su cuñado (Kiefer Sutherland). Mientras tanto, el planeta Melancolía se dirige hacia la Tierra…

«Melancolía» comienza con un primer plano del rostro de Kirsten Dunst, cuyo efecto es devastador; hipnotiza, inquieta, conmueve sin que sepamos por qué; ante la posibilidad de que alguna vez hayamos dudado de su talento, la actriz americana exige una rectificación inmediata a través de una sola mirada, que logra transmitir un torbellino de sensaciones. A continuación, el maestro danés, a modo de prólogo, expone una serie de imágenes extremadamente bellas, enigmáticas y premonitorias, que resultan aparentemente inconexas. Pero nada más lejos de la realidad, ya que estos planos nos permiten explorar el interior de la mente de Justine y entender su comportamiento a lo largo de la primera mitad de metraje.

A partir de ese momento, el film se divide en dos partes, protagonizadas por dos hermanas, con las que el espectador espera dar sentido al espectacular punto de partida comentado anteriormente. Y vaya si lo consigue. Lars von Trier se apoya en una portentosa fotografía y una memorable banda sonora -a la altura de la belleza de las imágenes que acompaña- para contrarrestar el dramatismo que desprende su nueva creación, dotada de una potencia descomunal y un calado emocional desasosegante.

Se ha alabado hasta la saciedad la magnifica actuación de Kirsten Dunst en este film, y no seré yo quien lo discuta; pero si hay alguien que verdaderamente merecía el Premio a la Mejor Interpretación en el Festival de Cine de Cannes 2011 era Charlotte Gainsbourg, su compañera de reparto; cada mirada, cada gesto, cada movimiento que hace rebosa autenticidad. Lars von Trier arranca dos interpretaciones antológicas de sus dos protagonistas femeninas, elevando Melancholia a un nivel superior.

El cineasta danés vuelve a exhibir su habitual visión negativa del ser humano, principalmente a través de los personajes interpretados por Charlotte Rampling (madre de Justine y Claire) y Kiefer Sutherland (marido de Claire). Pero lo que verdaderamente le interesa es diferenciar dos formas de afrontar la muerte. Justine está convencida de que la Tierra va a desaparecer cuando sea arrasada por Melancolía y eso le está volviendo loca; pero llega el momento en que consigue asumirlo y se desprende de casi todo lo que le importa. Por otro lado, cuando Claire baraja la posibilidad de que las premoniciones de su hermana sean ciertas, comienza a desesperarse porque tiene mucho que perder.

«Melancholia» es una película que se vive con intensidad, que transmite pesimismo por los cuatro costados, que contiene uno de los finales mas contundentes de los últimos tiempos, y que logra uno de los objetivos principales de su autor: evitar a toda costa la indiferencia. Porque como siempre sucede, el cine del director de «Dogville» se ama o se detesta. En mi caso, es evidente, amo su cine; aunque me atrevería a recomendarle que buscara un operador de cámara con un pulso más firme y un montador con las tijeras menos afiladas, ya que el juego de cámara al hombro y la corrección de plano sobre corrección de plano no hace más que sacar al espectador de la película.

Hubo una época en la que Lars von Trier se autoproclamó fundador del Movimiento Dogma: cine regido por un estricto decálogo, que encorsetaba la creatividad de todos aquellos que ansiaban el correspondiente certificado en sus películas. En mi opinión, no fue más que una argucia marketiniana para reclamar atención sobre unas obras que de otra manera no hubieran tenido tanta repercusión: «Rompiendo las Olas» (1996), «Celebración» (1998), «Italiano para Principiantes» (2000). Una vez cumplida su función, el director danés se desentendió del Movimiento y se dedicó a hacer un cine diferente, anárquico, instintivo y provocador; es decir, un cine nada dogmático y fiel reflejo de su personalidad. Porque Lars von Trier, al igual que su cine, es una eterna contradicción en si mismo y no rinde cuentas a nadie, ni siquiera a si mismo; «Melancolía» tampoco.

Carlos Fernández Castro

http://youtu.be/vZ-s8AzwWUI