Intruders (2011)
Nota: 8
Dirección: Juan Carlos Fresnadillo
Guión: Nicolás Casariego y Jaime Marqués
Reparto: Clive Owen, Ella Purnell, Pilar López de Ayala, Izán Corchero, Carice Van Houten, Daniel Brühl
Fotografía: Enrique Chediak
Música: Roque Baños
El miedo es universal. No importa que esté provocado por algo real o por algo imaginario, las consecuencias son las mismas y todos hemos sentido esa angustia alguna vez. Eso hace que Intruders sea una película cercana, con personajes normales en una situación normal que acaba siendo extraordinaria.
Con dos escenarios, Inglaterra y España, ambos de cielos plomizos y lluviosos, Fresnadillo es capaz de mantener el equilibrio entre las historias de dos niños aterrorizados por un mismo monstruo: Carahueca, el monstruo que sale del armario, que no tiene cara, y puede ser cualquiera de nuestros miedos, alimentado por nuestro terror. Situaciones cotidianas, tratadas de distinta forma según el país en el que se encuentran, pero con un trasfondo común que va más allá de la idiosincrasia propia de cada país.
«Intruders» no es una película de terror, sino que como afirma el propio Fresnadillo, Intruders es una película sobre el miedo. Sin recurrir al susto fácil, apoyado en una envolvente atmósfera de suspense, Fresnadillo nos lleva al borde de la butaca, ese lugar privilegiado para el espectador al que sólo se puede acceder con una buena película en la pantalla. Para crear esa atmósfera, es fundamental el trabajo de fotografía de Enrique Chediak, que crea imágenes casi oníricas, que recuerdan a un sueño incómodo que nos atrapa y del que nos cuesta despertar, apoyado por la intensa partitura de Roque Baños. Y aunque no es una película de género, podemos encontrar en Intruders homenajes y guiños a los clásicos del género de terror, como esos planos cenitales del Padre Antonio que nos llevan mentalmente a El exorcista.
Del reparto destacan un Clive Owen intenso, con un personaje lleno de matices y los niños Ella Purnell e Izán Corchero, con unas actuaciones frescas e interpretando maravillosamente esas escenas de terrores infantiles que se suceden a lo largo de la película incrementado el desasosiego del espectador. Es en estas escenas de pesadillas en las que Fresnadillo demuestra su soltura con la cámara, evitando que éstas resulten repetitivas, haciendo de cada una de ellas una escena única, creando una sensación de miedo y claustrofobia en el espectador.
Apoyado en un guión inteligente de Nicolás Casariego y Jaime Marqués, Fresnadillo juega con nosotros a lo largo de la película y se mete en nuestra cabeza, como en una de esas pesadillas de la infancia, pero despertándonos con la sensación de haber pasado casi dos horas de buen cine.
Clara Ochoa @claritaochoa