Videodrome (1982)
Nota: 7
Dirección: David Cronenberg
Guión: David Cronenberg
Reparto: James Woods, Deborah Harry, Sonja Smits, Jack Creley
Fotografía: Mark Irwin
El agua es a los peces, lo que la ciencia ficción es a la Serie B: su medio natural.
Quizá porque muchas de las obras que yo ubico en dicha categoría (otros prefieren adscribirlas a la mucho más pomposa etiqueta: “películas de culto”) sobrepasarían los límites que la narración propia de los géneros más conservadores puede ofrecerles.
En la obra de Cronenberg, excursionista habitual por regiones periféricas de la experiencia y la mente humana, abunda la sci-fi en su versión más añeja; esa hecha (a veces) con cuatro duros, mucha ilusión, y una impronta estética que anega de melancolía a todos aquellos que nacimos en los 70/80 y amamos el género en cuestión.
Buena muestra de ello es “Videodrome”, largo fechado en 1982, que tiene como protagonistas a James Woods – actor especialmente dotado para papeles extremos en obras arriesgadas- en el papel de Max Renn (copropietario de un canal de televisión que subsiste a base de ofrecer lo que el publico reclama: basura) y Debbie Harry –frontwoman de Blondie e icono sexual internacional, como podrá apreciarse en la imagen venidera- como locutora de radio aficionada al “sexo experimental”.
Escrita y dirigida por el cineasta canadiense David Cronenberg, “Videodrome” pudiera ser una suerte de biografía no autorizada de Telecinco o de la MTV, inspirada en cierto modo por “El mensajero del miedo” y precedente ineludible para “The Ring”. Por cierto, película esta última (el remake americano) con la que “Videodrome” comparte un importante miembro del equipo técnico: Rick Baker. Este buen señor colecciona estatuillas de Oscar -y capítulos varios en los anales de la historia- gracias a su talento desbordante con el maquillaje. Me explico: es el responsable de crear el traje low cost de King Kong –en su versión de 1976- ; trabajó con George Lucas en “Star Wars”; tiene buena parte de culpa en el imperecedero reinado pop de Michael Jackson y en el hecho de que Thriller sea el mejor videoclip de la historia; y convirtió a Martín Landau en Bela Lugosi para “Ed Wood”, y en obeso mórbido al inefable -en sentido peyorativo- Eddie Murphy para “El profesor chiflado”. Ahí es nada. En “Videodrome” hace – no podía ser de otro modo – un trabajo encomiable.
Notable también es la participación de los personajes secundarios, labor vital a la hora de mantener la turbia, enigmática y adictiva atmósfera propia de “Videodrome”. Destacan los trabajos de Lynne Gorman -que sabe representar a la perfección el trágico patetismo de su personaje-; y de Sonja Smits como Bianca O´Blivion, responsable del legado de su padre: el profesor O´Blivion (Jack Creley) -ambos personajes de fundamental trascendencia para el devenir de la película-.
Mediante un guión milimétrico (a pesar de un final no excesivamente brillante), un sentido del timing narrativo formidable y un poderío visual marca de la casa, Cronenberg nos presenta una interesante reflexión, con impronta friki, sobre el enorme y corrosivo poder que es capaz de ejercer la TV sobre su creador: el ser humano.
Pero el cine no es pionero ni único baluarte ante tal posible circunstancia; y “Videodrome” no es la única cinta que critica el adictivo uso de la tele o el poder absoluto que hemos conferido a ésta en materia de información – recuerden el axioma de la abuela: será verdad, lo han dicho en la tele -.
“La batalla por la mente de Norteamérica, se librará en la vídeo-arena, el Videodrome. La pantalla de la televisión es la retina del ojo de la mente. Por lo tanto, la pantalla es parte de la estructura física del cerebro. De tal manera que todo lo que aparece en la pantalla de la TV se convierte en una experiencia real para aquellos que lo ven. Así que, la televisión es realidad, y la realidad es menos que la televisión.”
CINE VS TELE
Quizá la obra más brillante sobre el mundo de la televisión la encontremos editada ya en 1976. Bajo tutela del gran Sydney Lumet, “Network, Un mundo implacable”, es un ejercicio de genialidad arrebatador, y consecuentemente, una de las grandes películas de la década de los 70. Seguro por todos conocidas son también la cinta de Peter Weir: “El Show de Truman”, que redecoró la carrera cinematográfica de Jim Carrey; así como la menos alabada “EDtv”, protagonizada por el menos alabado Matthew McConaughey. No quisiera zanjar este artículo sin recomendar la estupenda “Buenos noches y buena suerte” de un George Clooney magistral, tanto delante como detrás de los focos.
Pero es en la ciencia ficción, de nuevo, donde encontramos otra magnífica referencia en la cuestión que estamos tratando. Estrenada cinco años después que Videodrome, la sorprendentemente fascinante, bien narrada e impactante: “The running man – Perseguido”, protagonizada por un Arnold Schwarzenegger pre “Desafío Total”, pre mandato gubernamental californiano y pre escandaloso estropicio matrimonial, constituye una reseña fundamental para esta crítica. “Perseguido”, rodada también en clave Serie B, es una película de acción al uso que se trasmuta en una odisea futurista, hilarante, divertida y crítica; y que nos ofrece el cómico – mas desolador – retrato de una sociedad cáustica secuestrada por la Televisión y su poder manipulatorio, sumida en una vulgaridad inducida por la caja tonta y un cooperante y aprovechado poder político tras ella. Y es que no debemos despreciar el hecho de que esta cinta parta de un texto firmado –bajo seudónimo- por el maestro absoluto del misterio: Stephen King.
Lo extraño es que incluso desde la propia televisión, con el correr de los años, se han venido vertiendo críticas al uso abusivo de ésta. Permitanme citar aquí un capítulo mítico de un no menos mítico serial americano de TV Movies (subgénero que suele entroncar con la Serie B más comercial y ridícula): “El hombre del mando a distancia” de “Cuentos asombrosos”. Producido por Steven Spielberg, y dirigido por Bob Clark (responsable de “Karate Dog”, posiblemente la peor película de la historia), cuenta para la ocasión como protagonista con Sydney Lassick, en el papel de adicto a los rayos catódicos, y como secundarios – entre otra fauna -, con Dirk Benedict (de fama mundial por su papel de galán en el Equipo A) y con un debutante y ya regordete Jeff Cohen. Quizá el nombre de este último intérprete no les suene. Su súpermeneo en “The Goonies”, seguro que sí.
Pero basta ya de darle caña a la tele, parte incuestionable e indispensable de la “sana” niñez de mi generación (“Vicky el vikingo”, “Érase una vez el hombre”, “¿Qué apostamos?”, “Saber y ganar” con Jordi Hurtado); y que tan bueno, bonito y barato cine nos ofrece. Y basta ya de Serie B. Al menos por el momento.
Puede que algo parecido pensara el propio David Cronenberg cuando allá por 2005, nos regalara una de sus historias más logradas: “Una historia de violencia”. Con un plantel de lujo – un Viggo Mortensen sensacional, un William Hurt pletórico y un Ed Harris en su nivel medio, ergo sobresaliente – el renovado cineasta canadiense, de la mano de New Line Cinema, da el salto al público mayoritario y a los reconocimientos internacionales más allá de Sitges – aunque ya en 1986 “La mosca” se alzase con el Oscar al mejor maquillaje-. El cine de Cronenberg encuentra, por tanto, un indiscutible poso de madurez, un antes y un después – por el momento, insisto – tras “Una historia de violencia”. Este hecho ha sido celebrado por muchos. Y no me extraña: tanto la anteriormente citada cinta, como “Promesas del Este” son películas mayúsculas, filmes plagados de momentos brutales. Pero somos muchos los que no renunciamos a la posibilidad de que el primer Cronenberg, ese irreverente e imaginativo creador que en décadas pasadas nos regalara una suculenta colección de “clásicos de la Serie B moderna”, vuelva a trasladarnos a su mágico e inquietante universo personal -véase “Videodrome”-.
“Apaga la tele, enciende tu mente”. Grafiti anónimo.
Alberto G. Sánchez – pelucabrasi
la estan poniendo en el cine del barrio. mi compi de piso va a verla ahora mismo. publicare sus impresiones!