El Bueno, el Malo y el Raro (Joheunnom nabbeunnom isanghannom) (2008)
Nota: 8
Dirección: Kim Ji-Woon
Guión: Kim Ji-woon, Kim Min-suk
Reparto: Wu-sung Jung, Lee Byung-hun, Kang-ho Song
Fotografía: Lee Mo-gae, Oh Seung-Chul
Corren tiempos dulces para el cine surcoreano; Kim Ki-duk (Hierro 3), Boon Jong-ho (Memories of Murder), Hong Sang-soo (Noche y Día), Park Chan-wook (Oldboy) y el propio Kim Ji-woon (I Saw the Devil) son algunos de los directores que llevan más de una década deslumbrándonos con sus trabajos. La originalidad de su cine, caracterizado por propuestas inimaginables en occidente, provoca la envidia de una legión de cinéfilos europeos y americanos, hastiados de un cine occidental en horas bajas y carente de creatividad. «El Bueno, el Malo y el Raro» podría interpretarse como un toque de atención por parte de Kim Ji-woon, quien parece decirnos: «si no soys capaces de inventar nada nuevo, siempre podéis tomar como referencia (nunca copiar) grandes obras de vuestro pasado y reinventarlas». Desde luego que él predica con el ejemplo y siguiendo esta fórmula, nos brinda una obra incalificable, admirable, disfrutable y ante todo, sorprendente.
Argumento: En la Manchuria de los años 30 corre el rumor de que un mapa misterioso muestra el camino a un tesoro de una valor incalculable. La existencia del mismo despierta la codicia de unos y las ansias de notoriedad de otros. Un implacable cazarecompensas (Wu-sung Jung, el Bueno), un despiadado asesino a sueldo conocido por cortar los dedos de sus víctimas (Wyung-hun Li, el Malo) y un inclasificable bandido (Kang-ho Song, el Raro) tienen un mismo objetivo: hacerse con el mapa caiga quien caiga y encontrar el tesoro.
No estamos ante un remake de «El Bueno, el Feo y el Malo»; Kim Ji-woon simplemente se basa en la obra de su admirado Sergio Leone para adoptar parte de la estructura y homenajear el característico estilo del maestro italiano. Podríamos decir que el director coreano tiene siempre en mente el tercer spaghetti western que protagonizó Clint Eastwood, pero lo reinterpreta a su manera; y créanme cuando les digo que es suficiente como para no considerarlo un remake.
«El Bueno, el Malo y el Raro» es un auténtico espectáculo visual. Las secuencias de acción hacen gala de una imaginación portentosa. Ji-woon se recrea en muchas de ellas, demostrando saber manejar el tempo narrativo y haber aprendido las lecciones de Sergio Leone; a pesar de su duración, secuencias como el asalto al tren y la persecución por el desierto son tremendamente intensas y mantienen el suspense en cada fotograma.
En ocasiones, algunos planos rozan la delgada línea que separa el homenaje de la parodia, pero visto el resultado, que la sobrepasen o no es totalmente irrelevante. Lo que es incuestionable es que el peculiar sentido del humor que salpica la película es una de sus grandes bazas. Las numerosas situaciones cómicas están protagonizadas casi siempre por un magnífico Kang-ho Song, quien ya demostró su talento para este tipo de cine en «Memories of Murder»; ver como rebotan las balas en su escafandra, mientras está inmerso en un tiroteo a vida o muerte, es impagable.
«El Bueno, el Malo y el Raro» tiene sus detractores, pero digan lo que digan, hay que tener personalidad para, siendo surcoreano, hacer un western con actores orientales y romper las reglas del género cada vez que te apetece. Kim Ji-woon propone su versión de lo que debería ser el cine comercial y convence. No sólo monta un espectáculo visual mastodóntico, sino que lo adereza con grandes dosis de originalidad y virtuosismo, rematando el conjunto con unos personajes tan carismáticos como magníficamente caracterizados: el Bueno con su abrigo largo a lo Clint Eastwood, el Malo con su estética de gangster impropia de la época, y el Raro, que se erige en la gran estrella de la función, con su inseparable gorro de aviador. Muchos tendrán que deshacerse de los prejuicios típicos que provocan el western y el cine oriental; una vez hecho, disfrutarán de esta estupenda rareza.
Carlos Fernández Castro