Memento (2000): El Arte de Perder la Memoria
Después de ver esta película, una de dos: o mantienes una larga conversación sobre ella con tu acompañante, o si la has disfrutado en soledad, permaneces sentado en tu sofá, mirando al infinito y pensando en lo que acabas de ver. Para quien escribe estas líneas, «Memento» sigue siendo la mejor película de su director, superando holgadamente obras tan logradas como «Origen» (Inception) o «El Truco Final» (The Prestige), y otras tan sobrevaloradas como «El Caballero Oscuro» (The Dark Knight) y «Batman Begins».
Argumento: Lenny (Guy Pearce), un investigador de seguros, acaba de perder a su mujer a manos de un delincuente que ha entrado en su casa para robar. A causa de un golpe que recibe durante el forcejeo, su cerebro sufre de una extraña anomalía; pierde la memoria a largo plazo y solo es capaz de recordar aquello que ha sucedido en los últimos 15 minutos. Decide que la única forma de vengar la muerte de su mujer es encontrando al responsable de la misma. Para ello, empieza una investigación, utilizando fotos polaroid y tatuajes por todo su cuerpo para poder recordar los avances que logra en su investigación.
«Memento» es una película diferente e innovadora. Su estructura narrativa rompió moldes mucho más allá que las primeras obras de Tarantino, que tan sólo profundizaban en lo que ya había apuntado Godard, en cuanto a técnicas narrativas se refiere; en este caso, Nolan lanza un órdago al clasicismo, y no sólo para llamar la atención, sino para hacer llegar su mensaje de la mejor manera posible.
El argumento de la película retrocede de futuro a pasado a través de secuencias de cuatro o cinco minutos, de modo que la segunda secuencia termina justo donde empezaba la primera, y así sucesivamente. Lo que aparentemente puede parecer un «capricho de autor» se revela como un infalible método para que el espectador se meta en la piel de Lenny (Guy Pearce), intentando recabar los datos necesarios para dar con el asesino de su mujer. En este sentido, la retorcida pluma de Nolan da en la diana, ya que al terminar el film, estamos mentalmente tan agotados como su protagonista.
Pero «Memento» no es solo acción e intriga. Estamos ante un thriller que de una vez por todas hace justicia a la etiqueta «psicológico». El cineasta británico nos manipula de principio a fin, y no hay nada que podamos hacer para remediarlo. Desde la primera secuencia nos presenta unos personajes en los que nunca llegamos a confiar; ni siquiera el protagonista, que, aun siendo nuestra única luz al final del túnel, es demasiado ténue e intermitente como para guiarnos a un desenlace deseable.
Nolan también maneja la percepción de lo que estamos viendo, sirviéndonos la realidad en pequeñas porciones y en un orden cronológico inverso, lo cual provoca contínuos juicios parciales a cerca del comportamiento de los personajes y las situaciones que éstos viven; debemos tener en cuenta la ausencia de antecedentes en todo momento (excepto en una secuencia clave para la comprensión del conjunto), circunstancia poco o nada habitual en el Séptimo Arte.
Al finalizar la película, infinidad de imágenes quedan grabadas en nuestra cabeza, signo inequívoco de haber disfrutado de una magnífica película; pero hay algo que potencia todavía más este efecto y cuya responsabilidad recae en el guionista y los actores. Como ya avanzara en «Following», el director británico domina a la perfección el arte de la construcción de personajes y asigna a cada uno de ellos un perfil psicológico muy bien definido. SPOILER. Teddy (Joe Pantoliano), un policía que ayuda a Lenny en sus pesquisas, representa la compasión, aunque también se aprovecha de las circunstancias; Natalie (Carrie Anne Moss), una despiadada camarera, simboliza la ausencia de compasión y el exacerbado egoísmo al que puede llegar un ser humano; por su parte, Leonard Shelby (Guy Pearce) es el mejor ejemplo de que el fin no justifica los medios, y no me refiero a querer encontrar al asesino de su mujer, sino al de dar un sentido a su vida. La enfermedad de Lenny es su verdadero problema, pero él la transforma en solución; cada vez que encuentra al «presunto» asesino de su mujer, le mata y decide no emplear los tatuajes para recordarlo, con el único objetivo de seguir teniendo una meta en su vida. Un individuo como Lenny, aparentemente indefenso y rodeado de gente tan poco fiable, es el verdadero monstruo de la película. Cada vez que encuentra algo que puede hacer peligrar esa realidad que ha construído a su antojo, decide no recordarlo. FIN SPOILER.
Hablar de «Memento» es volver a recordar lo fascinante que puede llegar a ser el Séptimo Arte; cine artesanal del bueno, obra de un auténtico superdotado, tanto en la trepidante dirección como en la rompedora escritura de su guión. Interpretaciones portentosas y un argumento que jamás se olvida, a menos que decidamos emular al personaje interpretado por Guy Pearce, decantándonos por el autoengaño y el olvido forzado, con el único objetivo de volver a verla como si fuera la primera vez.
Carlos Fernández Castro
Nota: 9,5
Dirección: Christopher Nolan
Guión: Christopher Nolan (Historia: Jonathan Nolan)
Reparto: Guy Pearce, Joe Pantoliano, Carrie Anne Moss, Stephen Tobolowski
Fotografía: Wally Pfister
Magnifica interpretacion, en lo personal me atrevo a decir que a partir de que vi Memento cambio de manera radical mi manera de ver el cine, deje atras las tontas peliculas que solo son mercadotecnia y a saber apreciar las verdaderas joyas del septimo arte.
Quien no haya visto esta pelicula en algun momento de su vida tiene que hacerlo y hacerlo con total atencion hacia la misma por que es facil perderse pero si lo has hecho, garantizo que al final quedaran con un extraño sentimiento de incertidumbre pero con una satisfaccion incomparable.
Muchas gracias Omar, me alegro que te haya gustado el artículo; para mi, también hubo un antes y un después de ver Memento.
Un saludo y esperamos que nos visites muy a menudo.
Carlos