Watchmen (2009)
Nota: 6,5
Dirección: Zach Snyder
Guión: Alex Tse, David Hayter (Novela Gráfica: Alan Moore, Dave Gibbons)
Reparto: Jackie Earle Haley, Malin Akerman, Billy Cudrup, Matthew Goode, Jeffrey Dean Morgan, Patrick Wilson, Carla Gugino, Matt Frewer
Fotografía: Larry Fong
EN BREVES PALABRAS (para los impacientes)
Al enterarme que el «iluminado» Zack Snyder había sido elegido por Christopher Nolan para dirigir el nuevo «Superman», me vi obligado a deshacerme de todos mis prejuicios («300» y «Amanecer de los Muertos» los justificaban) y armarme de valor para ver esta película. Deseaba encontrar en «Watchmen» una obra que me obligara a rectificar, descubrir al visionario que muchos ven en Snyder, y aceptar que, detrás de esa orgía visual que caracteriza su cine, hay algo mas que una mera estética vacía de contenido. No fue así, aunque debo reconocer que mi opinión a cerca de este sobrevalorado cineasta mejoró ligeramente. «Watchmen» camufla sus carencias con luchas de artes marciales, explosiones y planos preciosistas, pero, afortunadamente, también ofrece momentos muy destacables; sobre todo cuando mezcla, con acierto, el cine negro con el cómic, aderezándolo con un ligero toque existencialista.
SI QUIEREN PROFUNDIZAR…
Comentaré el argumento para aquellos que no estén muy familiarizados con la novela gráfica de Alan Moore. Los Vigilantes eran una serie de superhéroes enmascarados que solían trabajar juntos para hacer cumplir la ley. Una vez consiguieron limpiar las calles, fueron retirándose a disfrutar de sus vidas privadas. Algunos de ellos dieron a conocer su verdadera identidad. Otros prefirieron permanecer en el anonimato. Solo uno de ellos no acababa de resignarse a una nueva realidad en la que no era tan necesario como antes. De repente, un día, «el Comediante» (Jeffrey Dean Morgan/uno de los Watchmen) aparece asesinado. Sus compañeros quedan consternados, pero solo uno de ellos, Rorschach, decide investigar quien es el responsable de este crimen.
Dicho sea de paso que la misión de Snyder resultaba harto complicada en primera instancia; familiarizar al espectador con cada uno de los diferentes personajes, explicar su pasado y plasmar su estado actual, seguir la investigación del asesinato del «Comediante»…..Precisamente es aquí cuando Snyder sale mas airoso. Combina a la perfección la investigación de Rorschard con la presentación del resto de los vigilantes, a los cuales éste visita con el fin de encontrar alguna pista que le lleve al asesino de su ex-compañero. Los numerosos flashbacks utilizados por el director nos explican como cada uno de ellos se convirtió en lo que es y sus motivaciones para dejar de actuar como justicieros.
El uso de un estilo narrativo propio del cine negro, apoyado por una intermitente voz en off, imprime a la cinta un cierto aire clásico, muy acertado por cierto, que pierde parte de su encanto cuando es contaminado con interminables luchas, que bien podían haber sido resueltas con mayor celeridad. Snyder tampoco es capaz de llevar a buen puerto una historia de amor escasamente creíble, a pesar de reflejar con cierta solvencia las dudas de «Laurie Jupiter» (Malin Akerman): seguir amando al hombre de su vida (Billy Cudrup/Dr Manhattan), absorto en un mundo dedicado a la ciencia, o decantarse por alguien que le entienda y tenga los pies sobre la tierra (Patrick Wilson/Dan); es decir, la eterna lucha entre corazón y cabeza.
Resulta interesante el concepto de responsabilidad que expone la película. Su máximo exponente es Rorschach (Jackie Earle Haley), pero ¿no será que no ha sido capaz de retomar su anterior vida y se siente desplazado? ¿no oculta tras ese exacerbado sentido del deber un miedo atroz a enfrentarse al mundo real?
Al final de la película, volvemos a un tema recurrente en el mundo del cómic: ¿el fin justifica los medios? Ésta parece ser la reflexión que Zack Snyder nos propone con mayor intensidad, pero no acaba de desarrollarla. Un sinfín de efectos especiales y viajes cósmicos terminan por merendarse los escasos logros que el director había conseguido en la primera hora de metraje. El desenlace, demasiado truculento, deja un mal sabor de boca, aunque no lo suficiente como para olvidar los buenos momentos que nos brindan unos superhéroes mucho más oscuros y menos idealizados que lo habitual.
Carlos Fernández Castro