Puro Vicio (Inherent Vice) (2014): una calada de cine negro
Nota: 8,5
Dirección: Paul Thomas Anderson
Guión: Paul Thomas Anderson (Novela: Thomas Pynchon)
Reparto: Joaquin Phoenix, Josh Brolin, Katherine Waterston, Owen Wilson, Benicio del Toro, Reese Witherspoon, Joanna Newsom, Martin Short, Martin Donovan
Fotografía: Robert Elswitt
Duración: 148 Min.
‘Puro Vicio‘ no es ese tipo de películas que puedan recomendarse alegremente. Cualquier espectador que se embarque en su visionado, debería hacerlo bajo su propia responsabilidad. Y es que estamos ante un nuevo volantazo en la filmografía del cineasta americano más importante de las últimas décadas. Muchos lo contemplarán como una mera provocación o un borrón innecesario en su inmaculada trayectoria, otros lo considerarán un simple cambio de tercio. Sea como fuere, el californiano mantiene su objetivo bien enfocado: el retrato de una América descompuesta y en busca de su verdadera identidad (véase Pozos de Ambición o The Master).
A su manera, el cineasta americano vuelve a realizar un ejercicio de género. Si en ‘Embriagado de Amor‘ ofrecía una insólita relectura de la comedia romántica, en ‘Puro Vicio’ hace lo propio con el film noir. Cuidado, las comparaciones son odiosas, y en este caso particular, incluso inútiles. Porque aunque la Warner Bros haya intentado venderla como una película de cine negro, no encontraréis muchas semejanzas con ‘El Halcón Maltés‘ o ‘Retorno al Pasado‘. Porque ‘Puro Vicio’ tiene tanta personalidad, que incluso sus referencias cinematográficas escapan a la evidencia.
Hay quién ha querido encontrar en ella resonancias de ‘El Sueño Eterno’, pero lo único que ambas comparten es un argumento enrevesado. Mientras que en la película de Hawks algunos pasajes son difíciles de interpretar, en la de Anderson es el conjunto el que atenta contra todas las leyes de la coherencia narrativa. ‘Puro Vicio’ rechaza una lectura lógica y convencional, y asimismo, requiere del espectador un estado mental semejante al de su protagonista: un detective privado (Joaquin Phoenix en la piel de Doc Sportello) permanentemente colocado. En cierto modo, de eso ya se encarga la fotografía del infalible Robert Elswitt, que envuelve a sus personajes en una extraña nebulosa de tono irreal, idónea para una narración tan particular. También ayuda la magnífica partitura de su inseparable Jonny Greenwood, que constantemente evoca los pasajes instrumentales típicos en la música de The Doors. Pero no, no es lo que pensáis, cualquier parecido entre el nuevo trabajo del director de ‘The Master‘ y ‘El Gran Lebowski‘ es mera coincidencia. Simplemente estamos ante dos revisiones diferentes del film noir, que casualmente están protagonizadas por dos amantes de la marihuana.
Pero si lo que buscamos son influencias, basta con hacer un poco de memoria. La admiración de Paul Thomas Anderson por el cine de Robert Altman siempre ha sido evidente, fundamentalmente en ‘Boogie Nights‘ y ‘Magnolia‘. El director de ‘Nashville’ era tan aficionado a la bebida como a transgredir los códigos de los géneros clásicos, por lo que no sorprende encontrar mucho de ‘El Largo Adiós‘ en ‘Puro Vicio’, o incluso un tímido homenaje a ‘Vidas Cruzadas’ (Katherine Waterston protagoniza una secuencia que recuerda al legendario desnudo de Julianne Moore).
Si el Philip Marlowe de Elliott Gould ya supuso una monumental ruptura para los que recordaban al también protagonista de ‘El Sueño Eterno’ con los rasgos, y -sobre todo- la actitud, del Bogart más duro, el Doc Sportello de Joaquin Phoenix ha ido un poco más allá: no sólo carece del encanto natural y el irresistible atractivo que caracterizaba a los detectives clásicos, sino que evita el enfrentamiento físico y es despreciado (ni siquiera envidiado o mirado con recelo) por la policía. Además, el escaso glamour que destilaba la película de 1973 es todavía menor en la obra de Anderson; por no hablar de la indiferencia y la confusión que provoca su trama argumental, alérgica a cualquier tipo de croquis o esquema explicativo.
Asimismo, John Huston estaría orgulloso de este irreverente film noir, que recuerda a ‘La Burla del Diablo’ por su tono satírico y relativamente paródico. El mismo director que construyó el género (El Halcón Maltés, 1940), se burlaría de sus propias reglas años más tarde. Por otro lado, algo muy del agrado de un Anderson acostumbrado a merodear el extrarradio de las normas preestablecidas.
Pero independientemente de homenajes o resonancias, ‘Puro Vicio’ es una película que supone un nuevo logro en la filmografía de un director insobornable y capaz de redefinir un arte ya centenario. En sus manos, la inadaptable novela de Thomas Pynchon se convierte en una película de personalidad arrolladora que juega con el espectador de principio a fin, mofándose de las mentes cuadriculadas y provocando la carcajada y la complicidad de quienes aceptan las reglas de su juego.
‘Puro Vicio’ nos brinda un Paul Thomas Anderson más relajado y juguetón que en anteriores trabajos, pero en ningún caso menor. Sus imágenes desbordan intensidad e hipnotizan incluso en los momentos aparentemente banales. La puesta en escena del californiano sigue siendo de una precisión admirable, permitiendo la convivencia de una amplia gama de tonos a lo largo de su metraje. Su dirección es capaz de exprimir los registros interpretativos de todos sus actores, cediéndoles el protagonismo cuando la ocasión lo precisa. Josh Brolin, Katherine Waterston, Reese Witherspoon, Benicio del Toro, Martin Short, Joanna Newsom, Martin Donovan y Owen Wilson dan el do de pecho. Pero por encima de todos vuelve a destacar una figura que desde hace una década aspira a la eternidad.
Un Joaquin Phoenix en estado de gracia parece haberse entregado definitivamente a un director que parece conocer, mejor que él mismo, los rincones más oscuros y los más luminosos de su ilimitado talento. La autenticidad que desprende Doc Sportello es capaz de neutralizar al actor que hay debajo de esas patillas frondosas y esa mirada perdida. Al mismo tiempo que protagoniza inolvidables momentos cómicos, transmite su inmensa melancolía y hace gala una bondad que colisiona frontalmente con una América corrupta, sin valores, y en evidente decadencia.
El protagonista de ‘Puro Vicio’ soporta la cruda realidad (Estados Unidos, 1970) gracias al efecto de las drogas. De alguna manera, su permanente estado de intoxicación le permite conectar las innumerables líneas de investigación que se abren a su camino, inaprensibles al entendimiento del espectador. Es posible que esta visión distorsionada de la realidad sea la que justifique la presencia de una narradora, a veces presencial a veces en forma de una atípica voz en off, que arroja claridad a una narración en permanente penumbra.
Por si alguno lo dudaba, estamos asistiendo a la construcción de un mito cinematográfico que será -y está siendo- estudiado en las escuelas de cine del mundo entero. Con cada nuevo trabajo, Paul Thomas Anderson celebra las posibilidades del séptimo arte, deja en evidencia a esos directores mediocres que se disfrazan de genios y pretenden vendernos gato por liebre, y nos devuelve la ilusión al demostrar que no todo está inventado. ‘Puro Vicio’ es todo lo que no eran sus anteriores trabajo, y sin embargo, es Paul Thomas Anderson en estado puro. Que alguien me lo explique porque no acabo de entenderlo…puede que la respuesta esté en la marihuana.
Carlos Fernández Castro