Cómo ser John Malkovich (Being John Malkovich) (1999)
Nota: 7,5
Dirección: Spike jonze
Guión: Charlie Kaufman
Reparto: John Cusack, Cameron Díaz, John Malkovich, Catherine Keener
Fotografía: Lance Acord
Duración: 112 Min.
“Adaptation”, “Olvídate de Mi”, «Cómo ser John Malkovich»…todas ellas tienen un denominador común: Charlie Kaufman. Y es que habitualmente, las películas basadas en los guiones de esta mente tan genial como perturbada son tan suyas, o más, como de los cineastas que las dirigen; su personalidad es tan arrolladora y queda tan patente, que en estos casos no podemos hablar de películas de director, sino de guionista.
En el caso concreto de “Cómo ser John Malkovich”, Spike Jonze se las apaña a la hora de traducir en imágenes el peculiar mundo de Charlie Kauffman; aunque bien cierto es que por aquel entonces en los guiones de Kauffman pesaban más las ideas que las imágenes. A medida que ha ido transcurriendo el tiempo, la balanza se ha equilibrando, tal y como podemos comprobar en la genial «Olvídate de Mí», pero no siempre fue así.
En su primera película como guionista, el oriundo de Nueva York expone una serie interminable de pensamientos y obsesiones, en las que muchos podemos vernos reflejados a poco que hayamos fantaseado sobre la posibilidad de ser otra persona. Asimismo, Kauffman reflexiona sobre la extraña naturaleza de la fama y el reconocimiento del talento.
Muchos califican el argumento confeccionado por el guionista como una excentricidad sin justificación; estas personas simplemente no son capaces de mirar más allá de lo irreal de las situaciones desarrolladas en el film; es decir, ideas que manifiestan la compleja estructura y forma de operar de la mente humana. Queramos o no, existen innumerables factores según los cuales nos decantamos por unos u otros gustos; nos enamoramos de una persona que, siguiendo criterios lógicos, no debería atraernos; sentimos de forma diferente ante estímulos idénticos en situaciones que nada tienen que ver entre si; en ocasiones, nos sentimos irracionalmente atraídos hacia personas que nos desprecian…
Todas estos temas han sido tratados hasta la saciedad, tanto en cine como en otro tipo de disciplinas artísticas; el secreto del escritor judío consistió en expresarlos de una manera diferente, sin ser demasiado explícito, permitiendo que el espectador sacara sus propias conclusiones. El deseo de Craig Schwartz (John Cusack) no es más que conquistar a Maxine (Catherine Keener), algo que cree conseguir metiéndose accidentalmente en el cuerpo de otra persona (en este caso John Malkovich) ya que no se siente capaz de lograrlo siendo él mismo. Lotte Schwartz (Cameron Díaz), la enamorada y menospreciada esposa de Craig, es quien realmente acaba despertando el animal que lleva dentro Maxine, objeto de deseo de su marido. ¿Es debido esto a la fama del personaje en cuestión? Evidentemente no, se trata de algo desconocido, intangible.
Pero en «Como ser John Malkovich» se tratan otros temas; aunque de una manera más tangencial, también se abordan con gran acierto los factores que intervienen en el éxito (Craig, gran maestro de marionetas, no alcanza el reconocimiento hasta que muestra sus habilidades a través del cuerpo de Malkovich); la incapacidad, o la falta de valor, para vivir la vida que uno quiere vivir (Craig hace realidad sus sueños a través de sus marionetas, pero no en su vida real); ese deseo con el que muchos hemos coqueteado de vivir para siempre…
El gran acierto en este film, tanto de Kauffman al concebirlo como de Jonze al plasmarlo en imágenes, radica en la existencia de ese piso 7 1/2, que representa la naturaleza surreal, imposible y mágica del subconsciente. Desgraciadamente, como suele ocurrir en los guiones de Kauffman, el desenlace no está a la altura del resto del film; algo que ya sucede en su magistral «Adaptation (El Ladrón de Orquídeas)», rematada de una manera inaceptable.
En definitiva, «Como ser John Malkovich» es una película diferente y estimulante, con la que se estrenó uno de los guionistas, y quien sabe si directores, más interesantes de las últimas décadas.
Carlos Fernández Castro